viernes, 16 de mayo de 2008

¿HACIA DONDE NOS LLEVA CAPITAN?

Luis A. Varela Quirós
Abogado



Perdone que le escriba Capitán, pero como pasajero siento que es mi deber hacerlo.



Hace ya dos años usted asumió, por segunda vez, la dura tarea de capitanear la nave "Costa Rica". Tal vez lo hizo con la ilusión de que veinte años después podría cumplirnos la promesa hecha en el anterior viaje de hacer de ella la primera en alcanzar el desarrollo.



Aún seguimos con la esperanza de que usted nos lleve a puerto seguro aunque las metas del desarrollo estén cada día más lejos de ser alcanzadas.



Usted, como capitán, tiene la responsabilidad de orientar la nave en su largo viaje por un océano globalizado en que los peligros la acechan de continuo y la amenazan con naufragar. No basta sin embargo con señalar los peligros sino que es necesario dar golpes de timón para alejarla de ellos. Todos somos capaces de preveer aquellos, pero sólo usted tiene la responsabilidad orientar el barco. Comprendemos lo duro de su tarea.



Usted escoge su tripulación, y es responsable de que la misma cumpla con sus obligaciones, pero todos como pasajeros, corremos la misma suerte y confiamos en que usted acierte en la escogencia de los tripulantes, que busque a los mejores - como lo hizo hace veinte años- y no sólo a quienes le rinden pleitesía. Que ni usted ni los demás tripulantes agiten innecesariamente las turbias aguas de la política antes de tiempo, lanzando tempraneras candidaturas, que harán más difícil la travesía.



Los peligros acechan por doquier a babor y a estribor: La pobreza, la inseguridad, la inflación, el alto costo de la vida, y la posibilidad de que a falta de alimentos parte de los pasajeros mueran de hambre. Está usted, Capitán, tomando medidas para evitar que esas amenazas diezmen a los pasajeros y acaben con sus ilusiones de llegar a buen puerto? , Eso fue lo que usted mismo les prometió para que lo dejaran orientar el barco, y esa responsabilidad es intransferible e indeclinable.



Es cierto que en estos dos años pasados usted tenía claro el rumbo. Nos orientábamos hacía el Norte, sin duda alguna. De pronto un golpe de timón nos dirigió hacia la China milenaria y otro hacia Europa. Pero esas son metas todavía distantes, y esperamos que las aguas no sean tan procelosas como lo han sido en su transitar con rumbo Norte, donde usted ha sabido a cualquier costo -sin que los pasajeros aún sepamos cual ha sido el precio de ello- mantener firme el timón, y evitar que la nave encalle. Creo que la mayoría agradecemos esa firmeza que para otra parte de los pasajeros pudiera parecer obcecación.



Pero antes de llegar al Norte, donde ya casi llegamos, o seguir hacia Europa y Asia, creemos que es necesario parar por un momento -sin interrumpir el viaje- en alguna isla intermedia donde podamos todos juntos reflexionar sobre el rumbo que llevamos.





No sé si sea usted amigo de los consensos. Tal vez no lo sea y los considere innecesarios, pero hoy más que nunca conviene buscar un consenso en la sociedad costarricense sobre el rumbo de esta nave, donde opinen todos, aunque al final le tocará a usted decidir por qué rumbo nos lleva.



Capitán, su último mensaje nos crea desconcierto, usted señala los peligros, pero no orienta a la tripulación ni le da esperanzas a los pasajeros. Sólo anuncia los nubarrones en el horizonte, pero no nos señala derroteros.



Permítame Capitán, con todo respeto, preguntarle: Hacia donde nos

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